miércoles, 15 de septiembre de 2010

El Pentacampeao

Brasil es sinónimo de fútbol. En sus tierras, en sus playas se respira este deporte. No hay brasileño que te domine menos de 20 con una pelota. Lo triste, es que muchas veces ni para una pelota les alcanza.

Las favelas se han convertido en cuna de los mejores jugadores del mundo. Ronaldo, Adriano, Ronaldinho; todos llegaron a la cúspide del fútbol, jugaron en Italia, España, ganándose el amor de la hinchada, y porqué no decirlo, muchísimo dinero también.

Es, por lo bajo entendible que, viniendo de una favela, de tener que pasar mucha hambre, de jugar sus primeros partidos con piedras, que cuando sienten el poder de tenerlo todo, se hagan adictos a éste y pierdan totalmente el control.

La misma historia para los tres mencionados anteriormente: Lucha, fama, y luego lo feo, alcohol, fiestas y muchas, muchas mujeres.

Por eso entiendo que esto suceda, no lo comparto. Me gustaría seguir viendo al Adriano imparable que alguna vez fue. Aunque parece que la historia para los futbolistas cariocas parece estar destinada siempre a lo mismo.

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